Bali choose you

Esta fue la frase que nos dijo Meli, una chica de Yakarta con la que compartimos habitación en la Guesthouse Amigos de Canggu, en Bali. Una frase que tendría todo su sentido más adelante.

Aterricé en la isla de Bali después de un vuelo de tres horas  desde Vietnam. Indonesia me recibía en la isla de los dioses, un lugar que entró a formar parte de la ruta cuando mi amiga Anna la escogió como lugar para encontrarnos después de casi tres meses de viaje.

Bali es sunsets, air terjuns (cascadas), templos y ofrendas, es una isla que respira espiritualidad y «turisteo»  a partes iguales, en un equilibrio increible que me sorprendió y que hizo que me quedara en la isla más de lo esperado, disfrutando de los rincones más apartados a este y oeste de un territorio que yo veía con forma de corazón.

La parte oste de la isla la recorrimos con Anna a caballo de nuestra tuneada «Blacky», una scooter negra que alquilamos para hacer un road trip al más puro estilo Thelma&Louise, como a nosotras nos gusta, sin plan fijo y con la melena al viento!  Cuanto más nos alejábamos del corazón turístico de la isla más descubríamos la esencia de Bali y la vida de sus gentes, disfrutando de baños termales locales, rutas de montaña por cascadas increibles y excursiones a islas habitadas por ciervos y con un fondo marino increible para hacer snorkel y nadar con tortugas marinas (literalmente).

La frase de Meli «Bali choose you» cobró sentido cuando, en un pequeño templo al lado de un lago nos vimos participando de una ceremonia junto a un grupo de gente local que nos incluyeron como a una más, ofreciéndonos cobijo y comida cuando al finalizar el ritual empezó una gran tormenta que nos dejó allí por más de una hora. Las dos sentimos que había pasado algo muy especial en ese templo y que no estábamos allí por casualidad. Bali te escoge, te atrapa, te susurra al oído que te quedes y te mece con su espiritualidad, que puedes sentir a cada momento, en cada lugar… tu no llegas a Bali, Bali te escoge.

Y fue a los 3 meses de vidaje, en Ubud, el corazón cultural de la isla, donde unos caminos se separaron y otros se volvieron a juntar de forma mágica como parte de un plan divino. Anna tuvo que regresar antes de lo previsto a casa para acompañar a su perrita en sus últimos momentos y yo me reencontraba con Júlia y Helena, mis amigas catalanas de Laos, que habían recibido la llamada de la isla de los dioses! Despedidas y reencuentros, todo forma parte del viaje, todo forma parte de la vida… y lo que ahora era una despedida también se convertiría en un reencuentro más adelante… pero eso es otra historia! 

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