El «todo es posible» aquí se vuelve totalmente real, como llegar a Cat Ba, la isla cercana a la famosa Halong Bay, en bus y en barca a la vez… si! La ruta empezó con el bus subiendo a una barcaza para vehículos y pasajeros que separa la isla de tierra firme. La primera mirada a través de la ventana del bus ya auguraba que la isla me iba a traer buenos momentos y la tranquilidad y naturaleza que andaba buscando.
Cat Ba es la alternativa a la turística Halong Bay, desde donde pude recorrer el sur de dicha bahía más la preciosa Lang Ha Bay, igual de espectacular y con menos cruceros surcándola. El día escogido para navegar por ella no fue el más plácido y soleado, pues la lluvia intermitente y las nubes nos acompañaron todo el viaje, pero como en la vida misma, no todos los días son perfectos, así que disfruté del momento y encontré la belleza en el mar agitado y en las gotas de lluvia tras los cristales del barco y me dejé envolver por la música de mis auriculares como banda sonora de un crucero intimista y contemplativo.
La isla aún me regaló otro momento mágico en el mirador del parque nacional situado en el corazón de Cat Ba, al que llegué tras una preciosa caminata por el bosque primario y en el que, contemplando la belleza absoluta que me rodeaba, de forma espontánea me surgió la necesidad de danzar allá arriba como ritual de unión con la naturaleza y con la vida en un instante de gran emoción interna que obró en forma de invocación a la energía femenina que más tarde daría lugar a un encuentro de mujeres de diversas procedencias para compartir vivencias en un ágora improvisada en lo alto de la montaña. Pura magia!
Y del mar a la montaña en un abrir y cerrar de ojos! o lo que es lo mismo, unas cuantas horas en sleeping bus con parada intermedia en Hanoi (esta ciudad colonial y caótica se merece un post entero!) así que llegué a Ha Giang, en el noreste de Vietnam y muy cerca de la frontera con China a media tarde, decidida a hacer el ya famoso Loop de Ha Giang en moto… si, en moto, pero con easy rider! El Bong Hostel y la vida en sí misma lo organizó todo para compartir la experiencia con un maravilloso grupo de almas bonitas de India, Suecia, Málaga y Vietnam recorriendo los territorios del norte y nuestros propios territorios internos durante 4 días y 3 noches de ruta, risas, happy water, karaoke, viewpoints, baños y paisajes increíbles. ¡Gracias por todos los momentos vividos!
Ya de vuelta a Hanoi (donde pasaría más noches de las esperadas… aunque eso es parte del post que se viene después), el viaje empezaba a tener tintes de despedida del primer país recorrido, pues ya ponía rumbo a la frontera con Laos en el norte, no sin antes hacer la última parada en territorio vietnamita, Mai Chau. Qué gran sorpresa este precioso rincón donde los verdes campos de arroz inundan toda la vista y la bicicleta se convierte en tu mejor aliada para recorrerlos con calma pasando por poblados rurales con mucha vida tradicional para descubrir. Esos días los pasé en el Mai Chau Home Holiday, un homestay en el que me sentí parte de la familia que allí se creó entre los que nos alojamos allí y la propia familia de la casa, donde compartimos cenas, té, conversaciones, visitas conjuntas y actividades familiares con grandes y pequeños. Allí celebré el primer mes de viaje, augurio de las nuevas experiencias que viviría en el país vecino, Laos, aunque llegar a él no fue cosa fácil…



