Encuentros y desencuentros

Llegué a la ruidosa y moderna ciudad costera de Danang ya de noche, me subí al primer GRAB que me ofreció un precio razonable y me fui al hostel que había reservado, donde me esperaba un encuentro «inesperado». Mientras desayunaba, apareció una mujer de la que podía asegurar casi al cien por cien su origen…era «come from Spain» y para más datos, malagueña! Nuestros caminos se cruzaron en el momento justo, para compartir tres días y algunos aprendizajes.

Después de una larga charla, decidimos pasar el día por Danang alquilando una moto para poder llegar hasta las playas más alejadas del centro y recorrer sus calles. El Mar de la China no me pareció el más bonito y limpio del mundo y para nada superó mis amadas aguas mediterráneas, pero, fue mi primer chapuzón playero! Aunque para agua, la que cayó del cielo al cabo de un rato mientras estábamos en las Marble Mountains! Mi compañera se quedó abajo y yo me quedé atrapada arriba un buen rato esperando a que aflojara la lluvia y compartiendo fotos, instagram y conversación con un grupo de chicos de India con los que finalmente decidimos bajar descalzos y entre risas por unas escaleras ahora convertidas en cataratas. 

Danang no tenia mucho más que ofrecer y pusimos rumbo esa misma noche a Hoi An, la joya de Vietnam, la ciudad de los mil farolillos. Es de aquellos lugares patrimonio de la humanidad que de tan turístico parece un decorado, y eso no le quita encanto, pero la hace menos real, menos auténtica y con sensación de que todo está demasiado preparado. Así que solo quedaba fluir con ello y ponerte en modo «turista» a recorrer sus calles y estar atenta a dejarte sorprender por algo… y ese algo para mi fue el Precious Heritatge Gallery Museum, un encantador museo etnofotográfico sobre las minorias étnicas de Vietnam donde las miradas de las personas allí fotografiadas me llegaron al alma y salí del museo enormemente emocionada.

Siento que algo se despierta en mi, eriza mi piel y humedece mis ojos (incluso en este momento, mientras escribo estas palabras) cuando estoy cerca de estos pueblos que me recuerdan la esencia de lo humano, la vida en la naturaleza, en comunidad, el trabajo artesanal y el ritmo lento. No es la primera vez y no será la última en este viaje. Pero eso ya es otra historia.

Tras esos días compartidos con mi compatriota malagueña, nuestros caminos se separaron, ella hacia al sur y yo hacia el norte y he de confesar que en ese momento sentí que recuperaba mi libertad de movimiento, mi viaje y mi tempo que no era el mismo en muchos sentidos que el de mi compañera. Me subí a mi enésimo bus, le di al play a mi podcast preferido y puse rumbo al norte.

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